“En la época del Profeta no había música como esa y mucho menos radio.La música occidental es de los infieles y yo no puedo oírla.”
El taxista apaga la radio. En el primer semáforo en rojo, detiene el auto, sale del mismo y con amabilidad abre la puerta trasera. La mujer se sorprende y pregunta un tanto enojada:
“¿Qué pasa? Todavía no hemos llegado a mi destino”.
“Mire, señora, en la época del Profeta no había taxis, así que, por favor, salga del auto y busque el primer camello que la transporte.”
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