lunes, 9 de julio de 2012

No podía faltar a la cita

Cuatro amigos habían estado yendo de acampada durante muchos años.
Dos días antes de salir de nuevo, la esposa de Pepe le dijo que no le dejaba ir. Los amigos de Pepe estaban muy molestos con la noticia, pero no podían hacer nada.
Dos días después, los otros tres amigos llegaron al campamento y encontraron a Pepe, con la tienda ya levantada, una buena cantidad de leña y la cena casi lista.

"Pero ¡bueno! ¿cómo has convencido a tu mujer?"
"Pues veréis. Ayer por la noche estaba yo sentado en mi sillón favorito y mi esposa se me acercó por la espalda, me tapó los ojos y me dijo, '¿Quién soy?'. Retiré las manos y vi que sólo llevaba un picardías nuevecito, perfumado y transparente. Ella me agarró la mano y me llevó al dormitorio, que estaba iluminado con velas y tenía pétalos de rosa por todas partes. En la cama, ¡había colocado esposas y cuerdas! Me dijo que la atara y la esposara a la cama, así que lo hice. Cuando terminé de atarla, me dijo, '!Haz lo que quieras!' Y...¡¡¡Aquí estoy!!!"

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