viernes, 11 de mayo de 2012

El peluquero envidioso

Un señor está en una peluquería, días antes de viajar a Roma. El peluquero, pelín envidioso, le dijo:

- ¿A Roma… por qué? ¿alguien querría ir a Roma?... Siempre está lleno de italianos que apestan. Estás loco si vas a Roma… ¿Y en qué te vas a ir?
- Voy con Alitalia , -respondió el tipo- Aprovechamos una gran oferta.
- ¿Con Alitalia...? -exclamó el peluquero- ¡Esa mierda de aerolínea!... Sus aviones son viejos, sus azafatas feas y siempre llegan tarde. ¿Y dónde te vas a quedar en Roma?
- Vamos a estar en el Hotel Internacional Marriot.
- ¿Esa mierda de hotel? Todo el mundo sabe que es el peor hotel de la ciudad... Las habitaciones son pequeñas, el servicio es malo y encima son careros!... ¿Y qué vas a hacer cuando estés por allí?
- Voy a ir al Vaticano y espero ver al Papa.
- ¡Esta sí que es buena!, - se rió burlonamente el peluquero - Tú y un millón de personas más tratando de verlo. ¡Lo vas va a ver del tamaño de una hormiga!... Pero de todas maneras, te deseo mucha suerte en tu viaje. La vas a necesitar!

Pasó un mes y el cliente volvió para hacerse su habitual corte de pelo, y el peluquero le preguntó acerca de su viaje.

- Fue maravilloso - explico el tipo – No solamente llegamos a tiempo en uno de los aviones nuevos de Alitalia sino que, como había 'overbooking', nos pasaron a primera clase. La comida y el vino fueron deliciosos y tuvimos una azafata preciosa que nos atendió como dioses. Y el hotel, fue fantástico.. Acababan de hacer una remodelación de 25 millones de euros y ahora es el mejor hotel de Europa. Allí también había 'overbooking', de manera que se disculparon alojándonos en la suite presidencial… ¡sin cargos extras!
- Bueno, exclamo sin mucho entusiasmo el peluquero… pero supongo que no pudiste ver al Papa...
- La verdad es que fuimos afortunados porque, mientras paseaba por el Vaticano, un guardia suizo me dio unos golpecitos en el hombro y me explicó que al Papa le gusta conocer personalmente a algunos visitantes. Me invitó cordialmente a seguirlo para llevarse a las habitaciones privadas del Santo Padre, donde en persona nos recibiría. Cinco minutos más tarde, el Papa entró por la puerta y estrechó mi mano... ¡Incluso me dirigió algunas palabras!
- ¿De verdad? - dijo el peluquero conmovido.
- ¿Y qué te dijo?
- Pues me dijo: "Hijo mío... ¿dónde narices te has cortado el pelo?"

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